[Tomado de Aletia]
A veces, Lewis Hamilton tiene falsos aires de Ayrton Senna, sobre
todo en estilo de conducción, en su lado a veces intrépido y en su fe,
que no esconde.
En las carreras lleva un crucifijo al cuello, que toma antes de tomar
el volante de su monoplaza, y reza antes del Grand Prix, el premio
crucial de la temporada. En sus brazos, también lo reflejan imponentes
tatuajes: un crucifijo, Jesús, la Virgen María,…
“Mi fe es muy importante para mí”, confiesa el ahora
doble campeón del mundo, que acaba de comenzar la temporada 2015 de
Fórmula 1 con una victoria frente a su compañero de equipo.
El año pasado, en el Grand Prix de Shangai, se le podía ver con una
camiseta negra en la que aparecía la corona de espinas de Cristo en la
cruz.
En 2012, el joven campeón declaró a la BBC: “Hay que mantener la esperanza, creer que hay un plan. Creo que Dios tiene un plan para mí, pero no sé cuál”. “Creo realmente que mi talento es un don de Dios y estoy convencido de ser bendecido. Pero también he trabajado mucho para llegar a donde estoy”, afirmó hace unos años.
(...)
El piloto, nacido y criado en Stevenage, en Gran Bretaña, fue bautizado a los dos años. “Siempre he sido practicante y soy católico”, explicó hace unos meses en Alemania, en una entrevista al periódico español El País.
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